en la flor de nuestras vidas y sin saber porque ni como lo dejamos escapar. No sé si culpar al destino por la suerte inmerecida, o dar las gracias a Dios porque así perduraría. Al caminar ambos por sendas desconocidas evitando así el contacto con nada se contaminaría. Ni pasión desenfrenada, celos, lujuria, intrigas. Hoy en el ocaso de nuestras vidas nos volvimos a encontrar y el amor de aquellos días aún latiendo en nuestras almas está. No queremos mancillarlo. No lo vamos a manchar. Así vivirá eternamente como un amor celestial. Seré éter que da vida. Esencia que transmutará y germinará en las flores que perfuman el rosal EOBY
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